domingo, 15 de septiembre de 2019


Que vengan,
todos, de a uno, de a dos
me da igual,
pero que vengan...
Que vengan los milicos,
los dictadores,
los demoledores de ideologías,
los conspiradores contra besos,
los incrédulos,
los apóstatas de la vida...
Que vengan todos,
con sus pastillas,
sus religiones,
sus versiones,
sus discursos,
sus gritos,
sus señas,
sus bigotes,
sus botas,
sus legiones,
sus apellidos...
Que vengan todos
a mirarme,
a mentirme
a decirme que la poesía no sirve,
no es buena,
no es fuerte,
no es invencible...
Que vengan todos a desmentirme,
a desvestirme 
o a hacerme llorar...
Que vengan con sus fusiles, 
sus cuchillos,
sus agujas
a gritarme en el corazón 
que la poesía no es pertinente...
¿Qué saben?
Acaso, ¿Qué saben?
Que vengan,
total para entonces
yo seré libre
y estaré viva
caprichosamente
abrazando el cielo
que ellos nunca podrán tocar.


Desertar



Desertar
Hacer más pequeña la patria
para no sucumbir afuera,
arrastrar el deseo
con los días
asumir la vara y la lamparita
en el asunto ermitaño,
resurgir del olvido
que eterniza el exilio

Desertar
lograr la suficiente distancia
para que el duelo no nos alcance
regurgitar la oración
que firmó el registro de salida

Desertar
y romperse de nuevo
en la línea invisible
de la frontera,
llenarse los labios de arena
sabiendo que el mar
siempre estará demasiado lejos