miércoles, 9 de mayo de 2018


A las 0:00,
llega la hora inevitable
para prender el palosanto
y ahuyentar la madrugada
de mi cabello mojado...

A las 0:02,
el viento pasa haciendo la ronda
para ver si el poema
sigue sosteniendo la persiana
en mi habitación muda...

A las 0:06,
me sonríe tu nombre
para que yo vuelva al principio
peine mis poemas,
cuelgue la noche
y ahume con palosanto
todos los silencios...





En una de estas,
ser un mar,
un aluvión,
una curva en contramano,
un tranvía desbocado,
un pestañeo,
un viento sofocado,
un clima dislocado...

En una de esas,
perder los ojos en el océano,
ganar de nuevo la sonrisa,
empatar en la memoria
mientras el ronroneo de los muros
nos desdobla en las palabras...


martes, 8 de mayo de 2018


Encontré en el espejo
un corazón vacío de poemas,
la marca indeleble agotada en el abrazo,
la bitácora inmune a todos los recuerdos...

Desaté en el espasmo
la contención de la solitaria sombra,
la falsa libertad de un desarraigo,
las sobras de vacío en las ventanas...

Descubrí en el otoño
la caída de hojas infelices
sobre asfalto de versículos en blanco,
entre faltas, amores y veranos...

Auspicié este lunes sordo
con una agrietada sonrisa,
con unos ojos vidriosos,
y la exaltación provisoria de otra vida...


Encontrar la manera,
Ir donde al andar le plazca,
desacralizar el nombre,
articular de nuevo la lluvia
entre las palabras que saben caer.

Olvidarse de agotarse
y desagotarse,
desamoldarse los ojos sin agachar las pestañas,
gesticular en elogios sobre lo que para hoy importa.

Encontrar la manera,
colorearse el alma,
como uno de esos mandalas proféticos
que esconden la felicidad en el penúltimo trazo.

Desmarearse en este último sorbo de lluvia instantánea,
encontrar la manera,
y una y otra vez deshacer ese nombre
dando campo,
otorgando espacio y promesa
al mío propio
que sabe renacer
después de la última noche.



DIAGNÓSTICO

Todo indica que fue una infección,
de humanos,
de tristeza,
de mundo
Tuve una fiebre por ausencia
a 39 grados de familia,
38 y medio
de poesía

Tuve estornudos y mares,
seguidos de dolor de alma.
Tan sólo tuve lucidez
para pensar en la poca lucidez de esta humanidad
que no se salva ni por mérito,
ni por nombre,
ni por ansias
ni por futuro,
ni por infancias,
ni por oraciones,
ni por salvaciones,
ni por búsquedas en otros planetas,
ni siquiera por error se salva.

Fue una infección de salvajismo,
una falta de aire,
una sola falta de todo.
Todo indica que fue una infección,
un virus televisivo
que carcomía las esperanzas en las fronteras de mi patria.

Me vi en el espejo contracturado 
de mis 33 insomnios
con 39 grados de discontinuidad.
me descontrolé en escalofríos
que susurraban cuerpos arrojados al mar,
como si fueran moneditas sin valor
de un deseo maldito,
como si fueran basuritas arrojadas a una fuente
que no aparece en ninguna postal de coleccionista.

Abrí y despegué mis pestañas
mientras la fiebre se quedaba en la almohada
a 39 grados de familia
y 38 y medio
de dolor de mundo.

El malestar siguió deambulando
en mis pañuelitos de bolsillo
-que por suerte, son descartables-







Llueve,
silenciosamente llueve
se trastocan las gotas 
con los acordes de mi canción de mañana
se frotan en remolinos vertiginosos,
en disertaciones mudas.

Llueve,
sostenidamente llueve
y se siente bien
me abrazo al vértigo 
para caer y nombrar la tierra,
me vuelvo lluvia y canción de mañana
me hago un remolino y un mutismo de viernes

Lluevo,
Incesantemente lluevo.


HOY

Es un buen momento
para sincronizar la caída,
suspender las colisiones,
sondear los artilugios,
hacer sorda la garganta...

Es un buen momento
para lucrarse con poemas que no existen,
llenarse los ojos de noche
y encender en el viaje
todas las ausencias imposibles...

Es un buen momento
para acurrucarse en los insomnios,
moderarse en el rezo
saltar de nuevo el olvido
y santificar de memoria las lágrimas...

Al rededor todo cae,
se desvanece,
se desintegra,
en un cúmulo imperfecto
de besos perfectos,
de caricias inefables,
de sonrisas sin voz

Al rededor todo cae,
se despedaza,
se duplica,
se amontona,
en la efímera caída
de círculos infinitos
que me conducen a vos



Hay lluvias que vienen
que vienen y dejan,
que dejan y abandonan...

Hay un montón de tormentas
pendientes y colgantes,
colgantes y siniestras...

Hay silencios aposados
aposados y asustados,
asustados y atontados...

Todo lo anterior hace su apuesta
a ver en cuánto tiempo
me desarmo,
me dejo,
me abandono,
me siniestro...

Queda un pocito triste
del cual gotean todos los olvidos
y muy adentrito mío
sale el sol
que viene y te trae,
te trae y te nombra,
te nombra y te evapora...

Hay lluvias que siempre vuelven