Hay días que es hermoso ver llover,
aunque el mundo arda,
aunque el mundo calle,
aunque el mundo duerma.
La poesía
se llueve en cada esquina,
y es hermoso verla,
escucharla,
abrazarla.
También hay truenos
y miedos
y temblores,
-todo viene el mismo asunto-
y aun así no deja de ser hermoso.
Hay noches que es hermoso ver llover
porque luego, en la mañana
llegan las respuestas a la puerta
al mapa que dibujamos
para salvarnos del hastío.
En las rendijas quedarán
los restos de la infamia,
las cenizas del mundo,
y las pesadillas de los débiles.
Hay mañanas que nos traen
irremediablemente el olor del sigilo de afuera,
es ahí, cuando la sonrisa se instala
entre las demás cosas que nunca mueren:
la palabra,
la poesía,
la lluvia,
la voz de mi madre,
Hay días que es hermoso ver llover
y hay que dejarnos llover
para no dormir,
para no arder,
para no morir.
Las palabras en juego, los sentimientos, las emociones, los miedos, el devenir de los días y las noches. Escribir con el alma, no forzar, no esclavizar: ser, dar, fluir. Ir contra corriente y también saber disfrutar la marea desde la playa. Estas líneas son mi sangre, mi impulso, mis silencios, mis ambigüedades, mis ingenuidades, mi mapa, mi ruta, mi huella, mi aporte en la coreografía que implica vivir y morir un poco cada día. Comparto con todo el amor que me impulsa a escribir.
viernes, 17 de abril de 2020
martes, 14 de abril de 2020
La memoria acecha,
captura el borde,
la nube efímera,
el cielo apropiado de la noche,
el sol en equinoccio
La memoria ríe,
se disfraza de invierno,
de invisible abrazo,
de inservible primavera
La memoria llueve,
bautiza nombres sobre el suelo
baila otoños húmedos,
asfaltos conocidos
La memoria
saborea los años
mastica todos los besos
y arroja al fuego
toda posibilidad de olvido.
captura el borde,
la nube efímera,
el cielo apropiado de la noche,
el sol en equinoccio
La memoria ríe,
se disfraza de invierno,
de invisible abrazo,
de inservible primavera
La memoria llueve,
bautiza nombres sobre el suelo
baila otoños húmedos,
asfaltos conocidos
La memoria
saborea los años
mastica todos los besos
y arroja al fuego
toda posibilidad de olvido.
Ven y cuéntame de esas cosas,
los asuntos azules
entre tu cielo y mi árbol,
vuelve con esa risa
que agita los semáforos
para que no haya silencio
en las veredas sin luz.
Ven y cuéntame
cómo fue que el acertijo
se deslizó del estante,
desacomodó los sueños
y se resolvió en tus ojos
Yo espero aquí,
no olvides traerme
los insomnios,
los bocetos,
los secretos,
no distraigas la vista
de las promesas y el viaje,
yo voy descorchando el vino
escuchando en penitencia
ven y vuelve con esas cosas,
esos asuntos azules
que quedaron esperando
entre tu cielo y mi árbol.
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