mío,
corazón,
mío al fin y al cabo...
Éste corazón que sirve más
para consagrar un mosaico,
que para completar un poema...
Éste corazón que ruge lágrimas
que escupe humo y murmullos azules,
que apuesta soles en la garúa nocturna...
Éste corazón que es mío,
mío,
cardo, corazón mío,
espinoso, sombrío, errabundo,
insiste en poematizar tus ojos
para problematizar tu nombre...
y latir
y romperse
y derruírse
y descontrolarse
volverse pieza de mosaico de colores
en el ínfimo jardín
de tu monocromática concurrencia...
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