La ciudad se insola de noche,
hay tanto ruido,
tanto grito,
tanto asfalto,
una madre tropieza
y el llanto de su hijo
asusta a los semáforos...
El insomnio parece
una luz intermitente
de un cruce caótico
Alguien retrocede,
se persigna al compás
de la cuarta ambulancia...
La ciudad se inmola
en un silencio tan confuso,
que nosotros,
-sus hijos-
solo lloramos
para asustar a la muerte.
Las palabras en juego, los sentimientos, las emociones, los miedos, el devenir de los días y las noches. Escribir con el alma, no forzar, no esclavizar: ser, dar, fluir. Ir contra corriente y también saber disfrutar la marea desde la playa. Estas líneas son mi sangre, mi impulso, mis silencios, mis ambigüedades, mis ingenuidades, mi mapa, mi ruta, mi huella, mi aporte en la coreografía que implica vivir y morir un poco cada día. Comparto con todo el amor que me impulsa a escribir.
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