Es un buen momento
para sincronizar la caída,
suspender las colisiones,
sondear los artilugios,
hacer sorda la garganta...
Es un buen momento
para lucrarse con poemas que no existen,
llenarse los ojos de noche
y encender en el viaje
todas las ausencias imposibles...
Es un buen momento
para acurrucarse en los insomnios,
moderarse en el rezo
saltar de nuevo el olvido
y santificar de memoria las lágrimas...
Las palabras en juego, los sentimientos, las emociones, los miedos, el devenir de los días y las noches. Escribir con el alma, no forzar, no esclavizar: ser, dar, fluir. Ir contra corriente y también saber disfrutar la marea desde la playa. Estas líneas son mi sangre, mi impulso, mis silencios, mis ambigüedades, mis ingenuidades, mi mapa, mi ruta, mi huella, mi aporte en la coreografía que implica vivir y morir un poco cada día. Comparto con todo el amor que me impulsa a escribir.
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